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Sentimos mucho su pérdida. Ramiro fue un hombre con un gran corazón. Con la voz fuerte que a veces asustaba, especialmente a los niños, quería aparentar ser duro, pero los que lo conocíamos sabíamos que era tierno y débil. Siempre sencillo y dispuesto a dar hasta la camisa que llevaba encima. Tan buena gente que fue, que a veces se aprovechaban de el. Atrevido es otra palabra para describirlo. Tan atrevido que se ganó el apodo de “Loco” por tantas locuras que hacía. Muy buen cocinero también. Siempre dispuesto a cocinar para quien se lo pidiera, ¡pero que nadie metiera su cuchara en sus guisos! Muy particular en eso. Nuestra familia siempre guardará muy gratos recuerdos de él y su familia. Fue muy buen amigo y detrás de esa fachada de hombre rudo, se encontraba un hombre amable y sobre todo, un muy buen hombre. Sus locuras serán inolvidables. Lo recordaremos siempre con cariño y amor y lo extrañaremos por el resto de nuestras vidas.